Posteado por: A.F.A.G. | 27 noviembre 2008

ARMAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA

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Las relaciones de puestos de trabajo (en adelante RPT) son un importante instrumento de ordenación de la función pública de una Corporación Local.  De hacerla bien o mal dependerá que haya una buena o mala organización, que lógicamente redundará en la eficacia del funcionamiento y en la prestación del servicio público.  El problema se agrava cuando el político de turno utiliza la RPT no con la finalidad de buscar la eficacia y eficiencia en el servicio público, sino con la finalidad espuria de controlar la organización en provecho propio o del partido, y de pagar favores con el dinero de todos, que como sabemos no es de nadie.  Para ello se coloca en puestos estratégicos a personal de confianza o fácilmente manejable, acudiendo a la reserva de puestos de funcionarios para personal eventual o de confianza y a la laboralización de los mismos.  Y perfeccionando aún más el método, se abusa de la libre designación como sistema de provisión de puestos de trabajo.

 

            Con tal proceder se inocula en la institución pública que lo padece el virus del compadreo, el desorden, la desconfianza, el dedazo, la deslealtad, la injusticia, la ineptitud, la irresponsabilidad, el nepotismo, la negligencia, la prevaricación y el tráfico de influencias, entre otros.  Cada uno de estos males, por sí solo, es capaz de destruir la función pública y de dejar terriblemente dañada la institución pública que soporta semejante ataque, perpetrado por politicastros no solo incompetentes, sino desleales para con el Municipio y con las gentes a las que deben servir.

 

            El Ayuntamiento de Gijón no es ajeno a esta moda, que se extiende por las Administraciones de toda España.  Ellos también son capaces de fabricar armas de destrucción masiva, se dijeron. Dicho y hecho, las hacen con múltiples cabezas nucleares y de última generación. En esas estaban cuando algunos sindicatos comenzaron a denunciar tales hechos ante los organismos competentes, que en este caso son los Tribunales de justicia. Así lo hicieron la Asociación de Funcionarios del Ayuntamiento de Gijón (AFAG) recurriendo las RPT de los años 2004 y 2005, y la Unión Sindical Obrera (USO) que igualmente recurrió la RPT del año 2005.  La Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Asturias ha dictado sucesivas sentencias resolviendo los recursos planteados, con diferente suerte, pues tenemos la nº 590/07, de 8 de mayo de 2007 (STSJ Asturias de 8 mayo 2007) recaída en el recurso 1006/05, interpuesto por la USO, que desestima el mismo porque no se acreditó algo o no se dijo algo que se debería haber dicho.  

 

Posteriormente, se dictó la sentencia nº 1250/07, de 18 de octubre de 2007 (STSJ Asturias de 18 octubre 2007) recaída en el recurso número 5005/2004, interpuesto por la  AFAG, e igualmente se desestima el mismo porque tampoco se acreditó o no se dijo algo que se debería haber acreditado o dicho (pinche en este enlace, para seguir aprendiendo a mirar para otro lado).

 

Finalmente, se dictó la sentencia número 1728/07 de 28 de diciembre de 2007 (STSJ Asturias de 28 diciembre 2007) recaída en el recurso nº 904/05, interpuesto por la AFAG, en la que se estima parcialmente el mismo y se anula la resolución recurrida en los particulares referidos a la laboralización denunciada y a la provisión de algunos puestos de trabajo por el sistema de libre designación (para aprender a mirar de reojo, léase en la colección Aranzadi JUR 2008\88811).

 

 Por supuesto que el Ayuntamiento de Gijón ha recurrido en casación la expresada sentencia, y sigue fabricando armas de destrucción masiva, la última la ha colocado en el BOPA del día 14 de agosto de 2008, donde se publica la RPT del Ayuntamiento de Gijón para 2008, reiterando nuevamente los particulares que le fueron anulados por la sentencia número 1728/07. Tal comportamiento es la muestra de un escaso o nulo respeto por las instituciones, donde el gobierno de la ley y la justicia goza de una existencia meramente formal. Sin duda, la razón y el sentido común terminará por imponerse, mientras tanto el politicastro de turno, fascista inconsciente como lo llamaría Theodor Wiesengrund, se lleva el mundo por delante.


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